viernes, 24 de abril de 2009

Segunda Parte: Intrusión

Aquí teneis la continuación de la pequeña historia que os presenté ayer. No puedo seguir publicando esta historia por falta de tiempo y de espacio, ¡así que disfrutadla al máximo! Recordad responder a la encuesta, pues me ayudará a ofreceros un mejor servicio de blog.



Apenas un mes después del episodio junto al templo, llegan los Gorkani a esa pequeña aldea, Jafhem, entre una nube de polvo. El pequeño Khern ve entre los tablones de una ventana de su casa como se acercan. Su padre también los ha visto y se apresura a esconder al niño dentro de un tosco arcón en el que guardan la ropa de invierno y las mantas. Desde allí Khern escucha los gritos de terror procedentes de otras casas. Su madre se ha sentado en una silla en el otro extremo de la habitación y murmura para sí rezos y cánticos mientras se aferra a un amuleto de cuero y madera. El niño lo reconoce al instante: su padre lo hizo poco más de un año antes, cuando su madre casi muere en el parto de su hermano pequeño. El bebé ya venía muerto, pero gracias a ese amuleto su madre se salvó. Era una especie de trisquel tallado en madera, como tres espirales formando un triángulo, con cintas de cuero colgando por varios sitios y un pájaro con las alas abiertas en el centro, también hecho en cuero. Su padre había dicho que era el emblema de un ave salvadora. Ahora, muchos meses después, su madre rezaba a esa misma ave aferrando el amuleto en sus manos temblorosas.



De pronto se oyen pasos que se acercan corriendo a la casa. Los pasos presurosos golpean el suelo cada vez con un ruido sordo, acompañado por el rítmico chasquido metálico de las armas al chocar con las corazas. La puerta se abre de golpe y entran cuatro criaturas gigantescas. Tienen el cuerpo similar al de un hombre, pero con colmillos y hocico parecidos al de un jabalí, facciones de lobo en la cara y ojos rasgados como los de un águila. Caminan sobre dos patas gruesas cubiertas de piel rugosa y dura. Sus brazos, algo más peludos que los de un hombre, terminan en unas enormes manos con garras. Visten una pesada armadura de hierro y cuero. Todos ellos llevan una espada corta, una lanza y un grueso escudo.



Echan un vistazo rápido: el marido está tallando un vaso de madera y la mujer parece que teje algo. No hay nadie más. Tampoco habría espacio para esconder a nadie: un saco de grano a un lado, una leñera cerca del hogar en el que ya arde fuego, dos lechos que dan a entender que la pareja duerme separada, un pequeño cajón con unas mantas raídas, una tinaja con agua… Cuando están a punto de salir de la vivienda uno de los soldados vuelve a mirar lo que la mujer sostiene y entonces repara en la forma del pájaro. Se acerca a grandes zancadas y el marido deja el vaso sin acabar sobre la mesa, visiblemente tenso.

_ Eh, tú. ¿Qué tienes ahí?

La mujer intenta esconder el amuleto, pero es evidente que ya es tarde. El Gorkani le sujeta las muñecas con fuerza y le obliga a abrir la mano. Sus ojos rojizos se abren desmesuradamente y centellean al ver el amuleto.

_ ¡Es un amuleto de los úkeros! ¡Se prohibió el culto a esos pájaros hace años! ¿De dónde lo has sacado?_ exclama mirando a la mujer mientras aprieta con fuerza la muñeca donde ésta sujeta el emblema, que finalmente cae al suelo y rueda bajo la mesa. El soldado mira las herramientas del marido, que aún siguen sobre la mesa_. ¡Tú!_ ruge con los ojos desorbitados_. ¡Tú has hecho ese amuleto prohibido!

Los otros tres Gorkani se acercan a su compañero en busca de explicaciones y éste se vuelve hacia ellos gritando al tiempo que saca su espada corta de una vaina en su cinturón.

_ ¡Son adoradores de los Úkeros! ¡Traidores! ¡Matadlos!

El mayor de los guerreros, un merko con los colmillos retorcidos y al que le falta media oreja peluda, detiene a los otros dos con un gesto y trata de sujetar al primero. Pero antes de que pueda llegar hasta él, el otro ya ha segado el cuello de la mujer con la espada corta.


El pequeño Khern, bajo las mantas, observa la escena a través de las grietas del cajón. Apenas consigue reprimir el grito que le nace en el estómago cuando ve caer al suelo el cuerpo inerte de su madre. Se tapa la boca apretando fuertemente con las dos manos para no gritar y cierra los ojos deseando que todo sea sólo una pesadilla. Si hubiese tenido otro par de manos habría podido taparse también los oídos. Así no escucharía los pasos de su padre mientras corre hacia el cuerpo de su esposa, ni el silbido de la hoja cortando el aire. Tampoco notaría el brusco silencio ni el sonido sordo del segundo cuerpo al caer. No oiría a su padre boquear en busca del aire que apenas le llega a los pulmones, tratando de retener una vida que se le escapa sin remedio, una vida que desea retener para su hijo. No quiere dejarlo solo tan pronto. Al menos le habría gustado verlo crecer unos años más. Khern oye que los Gorkani salen de la casa y se alejan. El mayor de ellos reprende al que acaba de asesinar a sus padres como una madre que regaña a un niño que ha roto una jarra de cerámica. El niño sale del arcón y llega arrastrando los pasos hasta su padre, que aún jadea. Cuando sus miradas se encuentran, los ojos del padre ya empiezan a mirar hacia la nada. Con la fuerza que le queda logra arrancarse una sonrisa para el pequeño.

_ No llores, hijo. Me habría gustado quedarme más, pero ya me tengo que ir.


_ ¿Por qué? ¿A dónde te vas, papaíto? ¿Qué le pasa a mami?


_ Ella ya se ha ido. Para asegurarme de que no se pierde yo voy con ella, así la cuidaré. Te prometo que nos veremos otra vez, aunque espero que sea dentro de mucho tiempo_ añade con un guiño_. Hasta entonces quiero que seas fuerte. Y sobre todo quiero que seas bueno. Mira que estaré vigilándote…


_ ¿En serio? ¿Podrás verme? ¿Dónde vas a estar, papi? Yo también quiero verte.


_ Mamá y yo estaremos muy alto en el cielo. En la estrella que hay justo encima de esta casa._ Levanta la mano hacia su hijo, le acaricia la frente y la posa en el pecho del niño_. Y sobre todo estaremos aquí… y aquí.

Los ojos de Khern vuelven a empañarse y las lágrimas corren presurosas por sus mejillas. Sujeta con fuerza la mano de su padre, varias veces mayor que la suya, y se la lleva a la cara, acariciándola y cubriéndola de besos.

_ Se me acaba el tiempo, Khern. Sé un buen chico para que tu madre y yo estemos siempre muy orgullosos de ti, viéndote desde lo alto de las estrellas.


_ ¡No! ¡Quédate un poco más, por favor, papi, papaíto! ¡No me dejes solo!


_ ¡Nunca te dejaré sólo!_ el hombre esboza una sonrisa débil y apreta la mano de su hijo para infundirle ánimos_ Aunque no me veas siempre estaré contigo. Te quiero, hijo.

La mano que el niño aún sostiene queda inerte y los ojos del padre se cierran. Khern rompe a llorar amargamente mientras balbucea entre sollozos:

_ Yo también te quiero, papi.

jueves, 23 de abril de 2009

Primera parte: La Profecía de Jafhem

Como prometí, aquí está la primera parte de "La Caída de Jafhem". Espero que os guste y que me dejéis muchos comentarios para saber en qué voy bien y en qué fallo. Recordad que mañana cuelgo "Intrusión", la segunda y última parte de este pequeño cuento. ¡Os dejo con la profecía!



Está mirando el cielo con sus ojos cansados, sentado en un muro de piedra cerca del santuario de la aldea con la melena plateada cayéndole por la espalda encorvada. Todos los habitantes se han reunido en torno a él, expectantes. Quieren saber qué está pasando, ya que no saben siquiera si deben tener miedo o no. Miran alternativamente al anciano y al cielo. Después de un largo rato, el jefe de la aldea se adelanta apenas un paso. Sus ojos son el más claro reflejo de lo nervioso que está.

_ Kherta, por favor, dinos qué es lo que ves. ¿Sabes lo que está pasando? ¿Sabes por qué el cielo se ha vuelto de pronto de ese color?

El viejo Kherta le mira en silencio durante varios segundos como si no entendiese lo que acaban de preguntarle. Luego vuelve a mirar al cielo, de un rojo intenso como la sangre. Cuando habla, su voz suena ronca y grave. Siempre es así cuando formula sus predicciones.

_ Ya ha empezado. Pronto llegarán aquí.

Los aldeanos intercambian miradas, unas de alarma, otras de desconcierto. Alguien alza la voz y pregunta:

_ ¿Quiénes llegarán?

_ Los Gorkani, jinetes merkos de la región de Tarkja que recorren las montañas y valles del sur reclamando para su rey cualquier ciudad que se encuentren a su paso. Halmar, el rey de Tarkja es un hombre ambicioso y déspota, pero no se ensaña con quienes no se oponen a él. Para sobrevivir, no debemos resistirnos cuando lleguen los Gorkani, sino que debemos ofrecerles alimento y techo. Serán compasivos si los ayudamos, aunque los tiempos que nos esperan bajo el gobierno de Halmar serán difíciles.

Del grupo surgen tenues murmullos que pronto dan lugar a un ruidoso barullo. De pronto Kherta sufre un espasmo, pone los ojos en blanco y comienza a convulsionar. Su reacción hace que todos se callen de golpe. Saben lo que ocurre: el anciano adivino está teniendo una visión. Al mismo tiempo, el cielo va recobrando su habitual tono azul anaranjado del atardecer. Cuando Kherta vuelve a la normalidad la gente se acerca apenas unos pasos. Una niña corre a su lado y le ofrece agua. Cuando su respiración se tranquiliza, el anciano habla en voz alta para que todos puedan oírlo.

_ No todo está perdido. Alegraos. He visto un libertador que vendrá de tierras lejanas y derrocará al tirano Halmar. Recemos a los dioses para que nuestro salvador llegue antes de que el daño que nos haga Halmar sea irreparable.

Entre la multitud, un niño de apenas 5 años mira alternativamente al sabio Kherta y a sus padres sin comprender. Cuando ve las lágrimas en los ojos de su madre se vuelve hacia su padre y le tira de la ropa para llamar su atención.

_ ¿Qué ocurre papaíto? ¿Por qué está llorando mamá? ¿Es por lo que ha dicho Kherta? ¿Qué es un jinete merko? ¿Es algo malo papaíto?

_ Tranquilo, Khern_ contesta su padre con voz ronca, pero simulando una tranquilidad absoluta y hasta forzando una sonrisa para su hijo_. No es nada grave. ¿No has oído al señor Kherta? “Alegraos”. Si dice que nos alegremos es porque son buenas noticias, ¿no crees?

Satisfecho con las palabras de su padre, el niño se sitúa justo a los pies de su madre y le tira de la falda hasta que ella se cruza con los enormes ojos verdes del pequeño.

_ ¿Lo ves, mami? No tienes que llorar. Kherta dice que estés contenta, y él nunca se equivoca. ¿Verdad que no? Anda, mamaíta. Sonríe un poquito. ¡A ver, enséñame los dientes así…!

La mujer contiene el llanto e imita la cómica mueca de su hijo y ambos se abrazan mientras el pequeño ríe.

Novedades

¡Buenas noches a todos y a todas! Este post es para poneros un poco al día de algunas cosillas que han cambiado en las últimas horas.

Cómo ya habreis visto, la última parte de la historia de Pablo Izárraga ya está subida. Si ya la habeis leído, espero que os haya gustado, y si no, espero que os guste.

También estaréis oyendo pajaritos desde que entrásteis en el blog. No, no os habeis vuelto locos, es mi nueva incorporación: la playlist. En esta, escucharéis sonidos de la naturaleza, tales como lobos aullando, lluvias torrenciales, olas del mar y ballenas. Por supuesto, podeis reproducirlas a vuestro gusto o parar la playlist para leer en silencio. Tengo preparada otra con 13 piezas de música instrumental, tanto clásica como de Bandas Sonoras, que subiré cuando crea que esta ya cae pesada o cuando me lo pidais (para eso están los comentarios).

¡¡Gran novedad!! Dentro de un momento subiré una nueva historia (sí, a menos de 24 horas de la última). Para que os hagais una idea rápida, es el principio de una novela fantástica que tengo arrimada en un solitario rincón de mi disco duro. Así pues, lo que subiré tendrá tintes de fantasía, aunque no demasiado exagerados. Tranquilos, no hay elfos ni hadas, sólo una raza muy fea que me inventé en su momento. Adelanto que no habrá romances, pero si tendrá un punto... emotivo. He preferido subirla en dos partes para no dejarla demasiado larga, pero tranquilos, que mañana mismo cuelgo la segunda parte. La primera, que subiré ahora mismo, se titula "La Profecía de Jafhem", y la segunda, "Intrusión". El capítulo completo en la historia original se llama "La caída de Jafhem", así que ese es el nombre que le he asignado a la etiqueta.

Para poneros en situación, la historia transcurre en un mundo pseudomedieval ficticio, donde un aristócrata llamado Halmar ha derrocado al monarca de uno de los reinos, y, paulatinamente, se ha ido haciendo con el control de los territorios circundantes por la fuerza. Jafhem es la última aldea que le queda por conquistar, dado su difícil acceso. La historia completa cuenta lo que sucede después de que el continente caiga bajo el dominio de Halmar, con su pequeño ejército de rebeldes, sus héroes salidos de alguna granja y sus romances caballerescos. Una historia bastante típica, pero con mi toque personal. Desbo decir que todos los nombres me los he inventado yo, así que cualquier semejanza o coincidencia con otros que conozcais será fruto del azar.

Creo que con esto ya es suficiente por esta noche. Os dejo con "La Profecía de Jafhem" en el próximo post.

martes, 24 de marzo de 2009

Regreso (El esperado desenlace)

Sí, damas y caballeros, ¡por fin he conseguido terminar esta historia! Después de muchos quebraderos de cabeza he conseguido una adaptación que considero razonablemente aceptable. Sé que ha quedado un poco larga, pero confío en que se lea más rápido de lo que pueda parecer. Básicamente, no quería cortar la carga sentimental de esta última parte. Aquí por fin se verá la relación real del primer capítulo y el segundo. Además de eso, he tenido que hacer un pequeño apaño, pues debía mencionar el nombre del pueblo, pero aún no lo había decidido, así que lo tomé prestado de otra historia inédita e inconclusa que tengo abandonada en algún rincón de mi disco duro. Sin más dilación, os dejo con el esperado final. ¡Disfrutadlo!
____________________________________________________________________________________


El curso por fin había terminado. Pablo le había prometido a Raquel que iría a pasar unos días al pueblo de ella, así que ahora se encontraba en una guagua en camino. El mar apareció junto a la carretera de pronto, sorprendiendo al muchacho, que acostumbra a verlo a lo lejos, en el horizonte, por detrás de los edificios y las montañas. Estaba tan impaciente por encontrarse con su amiga que ni siquiera se había percatado de que se había ido acercando a la costa.
Un pequeño cartel blanco indicaba el comienzo de una población. "Garana". El vehículo se detuvo en una parada en el arcén de la carretera secundaria. Cerca de allí, por encima de las casas próximas, se veían las torres de una iglesia. Pablo se apeó con paso vacilante.

_ Ya pensaba que no llegarías_ dijo una voz familiar a su espalda cuando la guagua se hubo ido.

Raquel le esperaba sentada en un improvisado banco en el lado opuesto de la carretera. Llevaba una camiseta marrón ceñida y el pelo recogido en un desaliñado moño. Pablo se preguntó extrañado si siempre había sido tan guapa o si sería que el aire de la costa le sentaba especialmente bien. La idea le hizo esbozar una sonrisa y ruborizarse a la vez.

_ Sí, bueno, el tráfico estaba horrible en la ciudad y nos retrasamos un poco...

Cuando llegó junto a ella, su sonrisa se desvaneció en el acto.

_ ¿Te encuentras mal?_ preguntó preocupado. Raquel tenía ojeras, los ojos hinchados y la nariz roja. Parecía muy decaída.

_ No... Yo estoy bien_ balbuceó ella. No parecía que quisiera dar explicación alguna.

Pablo la miró entristecido mientras recorrían las calles. Era evidente que su amiga no estaba enferma, pero también lo era que había llorado recientemente. Al chico le dolía verla tan mal y no ser capaz de ayudarla.

Pasaron junto a una amplia plaza de piedra con varias marquesinas que la recorrían de lado a lado y mesas alargadas de madera. Pablo se paró en seco.

_ Raquel, creo que he estado aquí antes.

Ella le miró extrañada.

_ Es la plaza del mercado de Garana. Un fin de semana de cada dos, los artesanos venden aquí sus productos... Pero_ añadió frunciendo el ceño_ me dijiste que nunca habías venido a Garana.

_ Te digo que conozco este lugar. Allí había un puesto de quesos, allí uno de juguetes de madera y hojalata, y allí... allí había un puesto de plantas.

Pablo apenas podía creerlo. No era un sueño, había estado allí de verdad. Ese sitio existía.

_ Vine aquí de niño. Vinimos de vacaciones a la costa, a una ciudad cerca de aquí, y mi madre se empeñó en venir al mercado porque nos pillaba de paso_ vaciló un momento, y tras una pausa continuó_. Recuerdo a una niña. Sólo nos vimos de pasada, pero la recuerdo como si hubiese sido... _ "el amor de mi vida" pensó_ una amiga de siempre. Estaba en ese puesto de plantas. Sé que alguien la llamó por su nombre, pero no lo recuerdo... Mis recuerdos se volvieron tan difusos que llegué a creer que sólo había sido un sueño de niño_ se quedó mirando a su compañera un rato en silencio y, bajando la mirada ruborizado, añadió_. Cuando te conocí, Raquel, creí que tú eras esa niña. Tenía unos ojos tan parecidos a los tuyos... Y esa sonrisa que tenías cuando nos conocimos, ¿la recuerdas?, se parecía tanto a la suya... Pero entonces caí en la cuenta de que la niña era más pequeña que yo, mientras que tú tienes mi edad. Y ahora resulta que vives en el mismo pueblo. Es todo tan confuso...

Apenas había acabado cuando Raquel rompió a llorar. Se sentó en el bordillo de la acera con la cara entre las manos, con el dobladillo de la camiseta que le cubría el regazo cada vez más salpicado de motitas oscuras por las lágrimas que lo mojaban. Pablo se quedó sin aliento. ¿Qué había dicho o hecho para provocar esa amargura a su amiga? Se sentó junto a ella, abrazándola y disculpándose sin saber saber exactamente qué debía perdonarle ella. Después de lo que a él se le antojó una hora, Raquel levantó la cabeza aún sollozando.

_ Esa niña se llamaba Ana_ dijo_. Era mi prima.

Pablo se quedó de piedra. A medida que había ido creciendo se había dado cuenta de que necesitaba volver a ver a esa niña... esa chica, Ana. Y ahora Raquel hablaba de ella en pasado.

_ "Es" tu prima, Raquel. Querías decir que "es" tu prima, ¿verdad?

_ Ella ya no está, Pablo_ dijo ella, al tiempo que las lágrimas volvían a agolparse en sus ojos_. Murió hace poco más de una semana... en un accidente de tráfico. Tenía muchas ganas de conocerte, ¿sabes? Yo le hablaba de ti todo el tiempo. Le enseñé fotos tuyas. Y ella me habló de lo mismo que tú, de esa mañana en el mercado hace ya tantos años, del puesto de plantas de nuestra abuela. Me dijo que aún recordaba en sueños ese día, y a ti. Dijo que tenías que ser tú, que tenías los mismos ojos, y que nadie más podía mirar así. Creo que le gustabas sin conocerte siquiera. Por eso te pedí que vinieras al pueblo. Quería saber si era cierto, si eras tú ese niño del que hablaba, y si estábais... no sé... destinados o algo.

Pablo no sabía que decir. Al fin había encontrado a la chica con la que había estado soñando desde los ocho años, y aún así, ya la había perdido, para siempre. Y, por algún motivo, no estaba tan triste como esperaba. Raquel seguía junto a él, sollozando quedamente. Fue entonces cuando entendió la razón por la que había conocido a Ana, la niña con ojos color avellana, esos ojos que no había podido olvidar nunca. Secó las lágrimas de su amiga con los dedos y la abrazó con fuerza, no sabía si para consolarla a ella o a sí mismo. Y con un susurro casi imperceptible murmuró las tres palabras que ella había estado esperando que dijese.

_ Te quiero, Raquel.

domingo, 8 de marzo de 2009

La Orden de la Academia Spence







En vista del resultado de la encuesta sobre las reseñas, en el que, para quien no haya tenido tiempo de verlo, se impusieron las dos respuestas afirmativas, aquí va la primera. Es posible que publique una al mes o cada dos meses, puede que más si me veo agobiada con otras cosas.....

El primer libro que os presento es La Orden de la Academia Spence, de la autora nortemaericana Libba Bray. Os he puesto las dos portadas que podéis encontrar en España (la más conocida es la de la izquierda, pero yo tengo la de la derecha).

Sinopsis: A sus 16 años, Gemma Doyle ya hace tiempo que se ha cansado de su vida en la India y desea, como cualquier chica moderna de 1895, que sus padres la envien a vivir a Londres. Sin embargo, su deseo se ve tristemente cumplido tras el asesinato de su madre. Su familia decide entonces enviarla a un prestigioso internado para señoritas: la Academia Spence. Allí conoce a Ann, Felicity y Pippa. El descubrimiento de un misterioso diario llevará a las cuatro chicas a embarcarse en una emocionante aventura, sin imaginarse siquiera los peligros que las acechan.

Opinión personal: Este libro se ha convertido en uno de mis favoritos desde las primeras páginas (tanto es así, que lo empecé en Enero y ya me lo estoy leyendo por segunda vez :P). El hecho de que la historia esté contada por la protagonista ayuda a que nos sintamos más cerca de ella y de su historia. Una preciosa historia de magia y amistad con un toque de romanticismo. ¡Recomendadísimo!

Ficha del libro:
-Título en español: La Orden de la Academia Spence
-Título original: A Great and Terrible Beauty
-Autora: Libba Bray
-Nº aproximado de páginas: 347 (en la editorial Molino)
-Precio aproximado: 15 €
-Editoriales: Serres Editores, RBA Molino, Círculo de Lectores
-ISBN: 9788478718139

domingo, 1 de marzo de 2009

Los dos cuencos

En una aldea perdida entre tres grandes montañas, vivían hace mucho tiempo dos viejos sabios que eran amigos desde la infancia. Se llamaban Hamar y Kezal. Desde hacía muchos años, Hamar era el jefe de la aldea y todos acudían a él en busca de justicia y de sabiduría, mientras que Kezal se había convertido en el chamán y sumosacerdote, y era a él a quien acudían los aldeanos en busca de consejo y guía para sus almas.

Un día, Hamar se presentó inquieto y turbado en casa de Kezal. Su amigo le hizo sentarse, le sirvió una infusión de hierbas y le pidió que le explicase el motivo de su angustia. Hamar le contó que, habiendo sentido la necesidad de evaluarse moralmente, había descubierto con horror que sus defectos ahogaban considerablemente a sus virtudes. Enumeró para Kezal todos estos defectos y se dió cuenta entonces de que apenas encontraba unas pocas virtudes, muchas menos de las que había pensado.

_ Dime, viejo amigo, ¿cómo puedo guiar a nuestro pueblo con justicia y virtud, si es esto algo de lo que carezco?

El anciano chamán meditó un momento. Entonces tomó dos cuencos de cristal. Llenó uno con agua y el otro con un tinte oscuro, y los colocó sobre la mesa diciendo:

_ El cuenco de agua representa una virtud y el cuenco de tinta representa un mal.

Entonces sacó un vaso, lo sumergió en el cuenco de tinta y vertió parte del oscuro líquido en el agua, que al instante se oscureció levemente, aunque conservaba su transparencia. Kezal miró a su amigo y prosiguió:

_ El bien y el mal no son incompatibles: nuestras virtudes no son puras, como tampoco lo son nuestros defectos. Ahora, este cuenco de agua es una virtud humana. No está limpia, al menos, no tanto como lo estaba antes, pero conserva su esencia. ¿O acaso negarías que es agua?

Hamar asintió y el chamán continuó explicando:

_ Todos esos defectos que me has descrito antes no son más que virtudes teñidas. Son todas como este cuenco de agua. Es cierto que hay algo de mal, pero es una parte ínfima, y no debemos darle importancia.

El viejo jefe reflexionó sobre lo que le contaba su amigo, y decidió que tenía razón. Entonces le dio las gracias, le abrazó y se marchó feliz y tranquilo, sabiéndose un hombre bueno.

* * *

En cierto momento de la vida, sea antes o después, casi todas las personas se encuentran ante un dilema como el de Hamar. Es entonces cuando debemos recordar que el agua, aunque se tiña un poco, limpia cualquier mancha por oscura que sea.

lunes, 2 de febrero de 2009

Ideas van, ideas vienen... ¡Que alguien me ayude!

Bienvenidos una vez más al Mar de las Palabras.

Antes de que nadie se emocione, no, esto no es la tercera parte de la historia. Lo que ocurre es que, en mi larga convalescencia por enfermedad, he estado pensando mucho sobre muchas cosas, y un buen día en que me sentía especialmente crítica me dije: ¡Dios mío, pero que triste que tengo el blog! Aquí habría que hacer algo... Mi creatividad literaria no es tan fértil como me gustaría, y mucho menos bajo el estrés constante de las clases, de modo que me puse a pensar en varias alternativas. Os las explicaré brevemente:

Ilustraciones: Desde que empecé a proyectar el blog, siempre he tenido en mente colgar un dibujo ilustrativo (de aficionada, claro está, no como las de dos amigas mías, que son sencillamente geniales) de cada entrada, o al menos de cada relato. Por falta de tiempo aún no puedo ponerme con ello, pero en un par de meses trataré de hacer una pequeña prueba...

Cambio de plantilla: Esta idea me rondaba desde hacía ya algún tiempo. El diseño actual del blog es provisional y no me llama demasiado la atención. Sin embargo, aún no he encontrado ninguno que me guste lo suficiente, así que seguiré con este por el momento. Cuando dé con uno que me interese lo cambiaré y dejaré una encuesta para saber vuestra opinión.

Reseñas: Como ya todos suponéis, soy una gran aficionada a la lectura. Si alguno de vosotros ha leído alguna vez una revista de literatura (incluso de historia) habrá visto que aparecen reseñas de algunos libros. Pero, ¿qué es una reseña? Pues sencillamente es un apartado donde se habla de un libro. Básicamente pondría los datos elementales (título, autor, editorial, nº de páginas...), una breve sinopsis y mi impresión personal (en principio me centraré en libros que ya haya leído). Ya he colgado una encuesta para ver qué os parece la idea.

Bueno, pues creo que eso lo más importante. Hablad a vuestros amigos sobre el blog, a ver si así conseguimos ser unos pocos más para intercambiar impresiones. No os olvideis de votar en la encuesta, que estará todo el mes de febrero, y de comentar las entradas (en serio, me encanta leer los comentarios, aunque sean algo críticos).

Por cierto, he añadido algo a la entrada anterior. Son sólo dos líneas al final, después de donde lo dejé, pero lo olvidé al publicarlo y es relativamente importante.

Eso es todo por hoy, que no es poco. Saludos a todos y hasta la próxima.

martes, 20 de enero de 2009

Parte II: El principio de un recuerdo

Esta segunda parte me ha quedado un poco más larga. Creo que los espacios entre los párrafos y los diálogos han tenido bastante que ver al respecto. En cualquier caso, este capítulo nos acerca bastante más a Pablo, nuestro protagonista, y se nos abre un poco el terreno para la próxima y última parte. Espero que os guste.

El curso no había empezado particularmente bien. El profesor de Legua había aparecido un mes después de comenzadas las clases, lo que produjo en los alumnos una gran alegría durante las dos primeras semanas. Alegría que pronto se convirtió en preocupación y, finalmente, en irritación. ¿Cómo demonios iba nadie a esperar que aprobasen los examenes de acceso a la universidad si nadie les enseñaba lo que debían saber? Para colmo, el viaje de fin de curso peligraba seriamente gracias a la persistente huelga de los profesores, que se negaban a ocuparse de actividades extraescolares por algo acerca de un dinero que se les debía desde hacía muchos años.

Para Pablo Izárraga, de diecisiete años, a estos problemas académicos se sumaba la repentina ruptura con la que había sido su novia los últimos tres años. Encima, su padre apenas paraba en casa desde hacía unos meses por culpa del trabajo, por lo que su madre se pasaba el día con cara lánguida y llorando por las esquinas. En definitiva, no estaba pasando por su mejor momento.

Así iba Pablo, sumido en sus cabilaciones, de vuelta a casa desde el instituto aquel atípicamente caluroso día de mediados de octubre. Caminaba como un autómata, con los auriculares puestos, sin prestar demasiada atención a lo que pasaba a su alrededor. El semáforo de peatones en el que esperaba cambió a vede y Pablo se dispuso a continuar su camino.

_ ¡¡Eh, cuidado!!

Sintió un fuerte tirón desde la espalda de la camiseta, tropezó con el borde de la acera, y de pronto se vió sentado y dolorido en el suelo. El grito le había llegado amortigudo por la música de sus auriculares y por el ruido del motor del deportivo que acababa de saltarse el semáforo. Una mano fina de dedos largos apareció ante su cara. Sin entender muy bien qué había pasado, Pablo la aceptó y se puso en pie mientras miraba a la chica que le había salvado. Era mona, aunque no parecía tener más de quince años. Él sólo llevaba en ese instituto desde el curso anterior, ya que en el colegio privado donde había estudiado desde niño no se impartía bachillerato, pero de todas formas no recordaba haber visto a esta chica por los pasillos. Tal vez ni siquiera estudiase en el mismo que él, y sólo se habían encontrado por pura casualidad... Pero estaba seguro de haberla visto en otro sitio.

_ Gracias_ titubeó mientras se quitaba los auriculares_. Creo que te debo una.
_ No te creas_ respondió ella quitándole importancia al asunto con un gesto de la mano_. Seguramente le habría dado tiempo de frenar.

Era una mentira evidente, pero ayudó a Pablo a sentirse menos incómodo.

_ Lo siento, no me he presentado. Pablo Izárraga. Estudio en el instituto Leonardo da Vinci.

Ella miró la mano extendida del muchacho y se echó a reir divertida.

_ Creo que esas formalidades se las podemos dejar a los padres y profesores_ comentó con una sonrisa.

Pablo seguía forzando los engranajes de su cerebro. Había algo que le resultaba muy familiar en aquella chica. Hizo un rápido examen. Tenía el pelo rizado y oscuro recogido en una larga trenza. Algunos finos rizos castaños habían logrado zafarse del peinado y caían suavemente alrededor de su cara, enmarcando unos ojos impresionantes. Algo empezó a despertar en algún rincón oscuro de la mente del chico. Unas vacaciones, mucho ruido, tierra, empujones, hojas de helechos... y unos ojos grandes de color avellana. Unos ojos iguales a los de aquella chica que le sonreía junto al semáforo.

Entonces ella le sujetó los hombros y le plantó un beso en cada mejilla mientras decía:

_ Yo me llamo Raquel. Encantada.

lunes, 19 de enero de 2009

Sobre el relato anterior

En su momento prometí que si la historia de Anita y el pequeño Pablo tenía una buena acogida me plantearía seguir adaptándola para su publicación en el blog. Los visitantes de este sitio son más bien escasos, y también muchos más de los que esperaba. Me habéis animado a continuar (incluso hay quien me ha presionado, eso sí, con todo el cariño del mundo), por lo que, finalmente, me he puesto manos a la obra con el resto. Tengo pensado sacarla en un máximo de tres partes, cuatro a lo sumo. Os avisaré de cualquier cambio al respecto.

Aún no separaré la historia con etiquetas por la sencilla razón de que no tengo ni idea de cómo etiquetarla. Ya tengo la segunda parte escrita como borrador en el blog, pero dejaré que sufráis un poco más y la publicaré bastante más tarde (*risa malvada*).

Sin embargo, os adelanto que os encontraréis a los personajes más creciditos. Retomaremos la historia nueve años después de aquel fugaz encuentro en un concurrido mercado de pueblo. Pero, ¿qué les habrá pasado a nuestros protagonistas en todo este tiempo? ¿Se reencontrarán? Es más, ¿recordarán que alguna vez se encontraron? Parte de estas respuestas las encontraréis en unas horas en la segunda parte: El principio de un recuerdo.

P.D: Os pido encarecidamente que comentéis las entradas, pues son mi principal referencia para conocer vuestras impresiones y críticas. También os pido que, si tenéis algo que corregirme (expresión, ortografía, redacción en general, extensión, cualquier cosa referente al blog... lo que sea) me lo hagáis saber en los comentarios, ya que ando bastante oxidada en escritura y necesito volver a ponerme a tono lo antes posible. Además me hace muchísima ilusión ver comentarios nuevos cuantro entro al blog ^_^